Los Piaroa (un término de origen desconocido), también conocidos como Huo¸ttü ¸ ja ¸ (gente con conocimiento) o De’aruha (señores de la selva), son un pueblo de agricultores que habitan principalmente en zonas boscosas del Orinoco Medio. Los últimos censos cifran la población en cerca de mil personas en Venezuela y menos de 100 en Colombia. Durante los últimos cuarenta años los Piaroa han experimentado grandes cambios sociales y culturales, que incluyen una migración masiva hacia áreas industriales, en la periferia de su territorio tradicional y una disminución de su demografía en casi un 40%.
Los primeros siglos de la colonización del Orinoco trajeron consigo violencia, epidemias de nuevas enfermedades letales, misiones religiosas y tráfico de esclavos, entre otras fuerzas, a las que los Piaroa se opusieron reduciendo sus relaciones con el mundo exterior al mínimo, refugiándose en zonas boscosas de difícil acceso. Ésta es el área que hoy identifican como su territorio ancestral (juttoquiyu)y donde se concentran la mayor parte de sus sitios sagrados. Un hecho que resalta de los Piaroas es su negación absoluta al ejercicio de la violencia física o verbal. Severos en su auto control (cuando no median factores perturbadores como el alcohol), rigurosos y disciplinados, se horrorizan de aquel que no es capaz de domesticar sus emociones. Por ello, frente a las destemplanzas tienden a huir temerosos del peligro representado por el descontrol. El homicidio es desconocido debido a la creencia de que quien lo comete muere inmediatamente en horribles condiciones.
Los Piaroa también son notables por lo igualitario de sus sociedades, que algunos científicos describen como anarquistas. Estos ponen un gran valor en la autonomía y libertad individuales y son conscientes de la importancia de asegurar que nadie esté bajo las ordenes de alguien más. Para esto también se preocupan de que nadie tome control sobre recursos socioeconómicos que permitan limitar la libertad de otros. La jerarquía de los Piaroas es modesta y a pesar que los líderes comunales siempre son hombres, algunos investigadores y observadores llegan incluso a dudar del dominio masculino sobre los habitantes.
Su subsistencia está basada en el cultivo de rotación, la cacería, la pesca y la recolección de vegetales silvestres e insectos. Además de las actividades directamente dirigidas a la obtención de alimentos, un aspecto integral de su economía de subsistencia es la manufactura de varios artefactos : cestas, alfarería, madereras, tinturas, venenos, tejidos, mecates, antorchas, plumaje, collares, ceras, gomas, máscaras, cerbatanas… Esta industria nativa se basa en el conocimiento y uso de un gran número de plantas del hábitat Piaroa. Los artefactos no solamente son utilizados en los trabajos explotativos, domésticos y religiosos sino también constituyen la base de un sistema intercomunitarios de intercambio por medio del cual los Piaroa obtienen también otros bienes (los cuchillos, anzuelos, ropa, etc.). Todas estas caractrerísticas nos hacen reflexionar sobre la correlación entre las cualidades de este estilo de vida primitivo y las que debería tener el futuro postrevolucionario con el que nosotrxs, anarquistas y antiautoritarixs soñamos. Sin embargo el modo de vida de las comunidades piaroa está cambiando radicalmente. Debido a la intrusión de grandes empresas multinacionales en territorio indígena, muchas comunidades han ido a encontrar refugio a la periferia de las ciudades, donde van perdiendo progresivamente sus costumbres, su cultura y su autonomía alimentaria, donde trabajan en ocasiones en las propias empresas que destruyeron sus hogares y sus vidas. Además estas comunidades no se han adaptado bien al contacto con las sociedades “modernas”, lo que se demuestra por los enormes porcentajes de alcoholismo que se registran en las familias piaroas, como medida evasiva del añoro de una vida libre y armoniosa.
Las comunidades que no se han marchado de sus tierras ahora están viendo como una tierra salvaje, libre y hermosa se va convirtiendo en un desierto plagado de minas y de árboles talados. Las principales industrias que afectan a las comunidades piaroas son la industria petrolífera, de la mano de la multinacional BHP Billiton y de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, las minas de coltán al sur de la ciudad colombiana de Inírida, la industria maderera que afecta a las comunidades de la amazonia venezolana y la minería del uranio a las tribus fronterizas entre Brasil y Colombia. La minería es una actividad que tiene una gran incidencia en los procesos de extinción física y cultural a los que se han visto, y se ven sometidos hoy, los pueblos indígenas. De hecho, podemos considerar la minería como el primer megaproyecto que afectó a sus pueblos y sus territorios, haciéndolo además de una manera brutal y con un impacto dramático sobre su demografía.
Ahora que se habla de bonanza o boom minero en Colombia conviene insistir en la larga y nefasta experiencia de los indígenas con esta industria extractiva, una experiencia de más de 500 años… La minería del coltán se está llevando la vida de gran cantidad de indígenas que son explotadxs durante largas jornadas laborales por una miseria, para que nosotrxs podamos tener un teléfono móvil o un televisor de plasma. Sin embargo, podemos adelantar que el mayor impacto de la minería está todavía por llegar, ya que en la actualidad muchos pueblos habitan fuera de la zona minera tradicional, es decir, la minas se encuentran todavía por llegar a muchos territorios indígenas.
La explotación de determinadas zonas selváticas conlleva también la construcción de carreteras para acceder a las explotaciones, la implantación de torres eléctricas o la creación de núcleos de población de trabajadores y trabajadoras de las explotaciones. Éstas y otras causas conllevan la destrucción de las tierras de cultivo de las tribus, la disminución de la caza debido a la migración de los animales, la separación geográfica entre tribus, el aislamiento, la inseguridad, el aumento de la contaminación, y en resumen más muerte y desaparición de las comunidades indígenas.
Este caso pretende dar a conocer la realidad de los piaroa y su relación con las sociedades industriales, que nos beneficiamos de sus tierras y su entorno, convirtiéndolo en un paisaje desolador y destructivo. Sin embargo es necesario que este artículo sirva también como muestra de que el futuro utópico e ideal que tantos soñamos es completamente incompatible con los nuevos métodos tecnológicos y científicos de los que día a día disponemos.
Y es que muchxs revolucionarixs todavía piensan en un futuro anarquista ligado al progreso, la abundancia y la tecnología, en el que todas tengamos teléfono móvil, coche, internet y paracetamol, olvidando que la creación de todo modelo tecnológico está basado en la sobre explotación de la tierra, las especies y las personas por nosotras mismas.
La tecnología no es ambigua, no es neutral, es destructora por naturaleza y por ello no conseguiremos imitar los modelos de sociedad tecnológicos sin causar un gran daño al entorno, a los animales o a nosotras mismas. Ahora debemos empezar a recuperar costumbres y métodos más tradicionales para adaptarnos correctamente a un futuro antitecnológico, sin perder de vista el camino y la lucha revolucionaria, a través de la cual alcanzaremos ese futuro tan deseado.
enero 2013 – moai