Lo que anda mal con la civilización

Der­rick Jen­sen explo­ra la cues­tión en su libro « End­game » (Fin del jue­go) en dos volú­menes. Escri­bió 20 pre­mi­sas a modo de resu­men :

Pri­me­ra pre­mi­sa : La civi­li­za­ción no es y no será jamás sos­te­nible. Ni mucho menos la civi­li­za­ción indus­trial.

Segun­da pre­mi­sa : Las comu­ni­dades tra­di­cio­nales rara­mente aban­do­nan o ven­den de for­ma volun­ta­ria los recur­sos de los cuales ellas mis­mas depen­den, mien­tras que estos no han sido des­trui­dos. Tam­po­co per­mi­ten volun­ta­ria­mente la alte­ra­ción de sus tier­ras con el propó­si­to de extra­er otros recur­sos — oro, petró­leo, etc. Segui­do de eso, aquel­los que quie­ren esos recur­sos, harán lo que pue­dan para des­truir esas comu­ni­dades tra­di­cio­nales.

Ter­ce­ra pre­mi­sa : Nues­tro modo de vida — la civi­li­za­ción indus­trial — está fun­da­da, requiere y se des­plo­maría muy rápi­da­mente sin una vio­len­cia exten­di­da y per­sis­tente.

Cuar­ta pre­mi­sa : La civi­li­za­ción se basa en una jerar­quía cla­ra­mente defi­ni­da y amplia­mente acep­ta­da y sin embar­go a menu­do no decla­ra­da. La vio­len­cia ejer­ci­da por los que están en la cima de esta jerar­quía sobre los de aba­jo es casi siempre invi­sible, o sea, que pasa desa­per­ci­bi­da. Y cuan­do se hace notar, entonces esta es com­ple­ta­mente racio­na­li­za­da. La vio­len­cia ejer­ci­da por los de aba­jo sobre los de arri­ba es impen­sable y cuan­do tiene lugar, es vis­ta con estu­pe­fac­ción, hor­ror y las víc­ti­mas son adu­la­das.

Quin­ta pre­mi­sa : La pro­pie­dad de los que están en la cima de la jerar­quía es más impor­tante que la de los de aba­jo. Es acep­table que los de arri­ba aumen­ten la can­ti­dad de pro­pie­dades que contro­lan — o en el len­guaje coti­dia­no, de ganar dine­ro — des­truyen­do o quitán­doles la vida a los de aba­jo. A eso se le lla­ma pro­duc­ción. Si los de aba­jo dam­ni­fi­can la pro­pie­dad de los de arri­ba, los de arri­ba pue­den matar, o des­truir las vidas de los de aba­jo. A eso se le lla­ma jus­ti­cia.

Sex­ta pre­mi­sa : La civi­li­za­ción, no es redi­mible. Esta cultu­ra nun­ca expe­ri­men­ta­ra nin­gu­na clase de trans­for­ma­ción volun­ta­ria hacia un modo de vida sano y sus­ten­table. Si no la para­mos, la civi­li­za­ción va conti­nuar a empo­bre­cer a la gran mayoría de los huma­nos y a degra­dar el esta­do del pla­ne­ta has­ta que ella (la civi­li­za­ción y pro­ba­ble­mente el pla­ne­ta) colapse. Los efec­tos de esta degra­da­ción van a conti­nuar per­ju­di­can­do a los huma­nos y a los no-huma­nos por un lar­go tiem­po.

Sép­ti­ma pre­mi­sa : Mien­tras más espe­re­mos que esta civi­li­za­ción se des­mo­rone — o más espe­ra­mos noso­tros mis­mos para des­man­te­lar­la — mas pro­blemá­ti­ca será su caí­da y las cosas se tor­na­ran más graves para los huma­nos y los no-huma­nos que lo vivirán y para los que ven­drán des­pués.

Octa­va pre­mi­sa : Las nece­si­dades del mun­do natu­ral son más impor­tantes que las nece­si­dades del sis­te­ma econó­mi­co.

Otra ver­sión para la octa­va pre­mi­sa : Todo sis­te­ma econó­mi­co o social que no bene­fi­cia a las comu­ni­dades natu­rales sobre las cuales está basa­do es insos­te­nible, inmo­ral y estú­pi­do. La sos­te­ni­bi­li­dad, la mora­li­dad y la inte­li­gen­cia (así como la jus­ti­cia) requie­ren el des­man­te­la­mien­to de todo sis­te­ma econó­mi­co social de ese tipo o por lo menos que se le impi­da per­ju­di­car el mun­do natu­ral.

Nove­na pre­mi­sa : Si bien algún día, cla­ra­mente sere­mos menos nume­ro­sos que hoy, hay múl­tiples for­mas por las que esta reduc­ción de pobla­ción pue­da ocur­rir (o aca­barse, según la pasi­vi­dad o la acti­vi­dad de la que haga­mos prue­ba en la aproxi­ma­ción de esta trans­for­ma­ción). Algu­nas de esas for­mas pue­den carac­te­ri­zarse por una vio­len­cia extre­ma y una pri­va­ción : un apo­ca­lip­sis nuclear, por ejem­plo, dis­mi­nuiría al mis­mo tiem­po la pobla­ción y el consu­mo, de mane­ra hor­rible ; lo mis­mo es ver­dad para un cre­ci­mien­to sin límites, segui­do de una coli­sión. Otras for­mas podrían ser menos vio­len­tas. Dados los actuales niveles de vio­len­cia de los que da prue­ba esta cultu­ra en contra de los huma­nos y del mun­do natu­ral, es aun impo­sible ima­gi­nar una dis­mi­nu­ción en la pobla­ción y el consu­mo sin vio­len­cia y pri­va­ción, no porque esas mis­mas dis­mi­nu­ciones impli­carían nece­sa­ria­mente vio­len­cia, sino porque la vio­len­cia y la pri­va­ción se han conver­ti­do en condi­ciones están­dar. Sin embar­go algu­nas mane­ras de dis­mi­nuir la pobla­ción y el consu­mo, aunque vio­len­tas, consis­tirían en hacer dis­mi­nuir el nivel de vio­len­cia reque­ri­do y cau­sa­do por el movi­mien­to (fre­cuen­te­mente feroz) de recur­sos de los pobres hacia los ricos, lo que pro­vo­caría para­le­la­mente una dis­mi­nu­ción de la vio­len­cia en contra del mun­do natu­ral. Per­so­nal­mente y colec­ti­va­mente podría­mos ser capaces, a la vez, de dis­mi­nuir y sua­vi­zar el carác­ter de la vio­len­cia que se pro­du­cirá en el cur­so de esta pro­bable lar­ga tras­for­ma­ción. O pudie­ra ser que no. Pero esto es cier­to : si no nos aproxi­ma­mos a ello acti­va­mente — si no habla­mos acer­ca de la situa­ción actual y de lo que pode­mos hacer — la vio­len­cia será sin duda mucho más seve­ra y la pri­va­ción mucho más extre­ma.

Déci­ma pre­mi­sa : La cultu­ra en su conjun­to y la mayoría de sus miem­bros están dementes. La cultu­ra está diri­gi­da por una pul­sión de muerte, una pul­sión de des­truc­ción de la vida.

Oncea­va pre­mi­sa : Desde el comien­zo, esta cultu­ra — la civi­li­za­ción — es una cultu­ra de ocu­pa­ción.

Docea­va pre­mi­sa : No hay gente rica en el mun­do y no hay gente pobre en el mun­do. Hay solo gente. Los ricos puede ser que posean muchas mone­das de papel verde que muchos consi­de­ran que vale algo — o su pre­ten­di­da rique­za es quizás todavía más abs­trac­ta : núme­ros alma­ce­na­dos en dis­cos duros en ban­cos — y los pobres no poseen quizás nada de eso. Los « ricos » pre­ten­den poseer la tier­ra y a los « pobres » se les ve nega­do el dere­cho de expre­sar la mis­ma pre­ten­sión. Uno de los pri­me­ros propó­si­tos de la policía es de impo­ner por la fuer­za los deli­rios de los que poseen muchas mone­das y papeles verdes. Esos deli­rios son acom­paña­dos de conse­cuen­cias extre­mas en el mun­do real natu­ral.

Tre­cea­va pre­mi­sa : Los que están el poder rei­nan por la fuer­za y mien­tras más pron­to nos libe­re­mos de la ilu­sión que supone lo contra­rio más rápi­do vamos a poder comen­zar, al menos, a tomar deci­siones razo­nables sobre si, cuan­do y como vamos a resis­tir.

Cator­cea­va pre­mi­sa : Desde el naci­mien­to — y pro­ba­ble­mente desde la concep­ción, pero no sabría defen­der esta aser­ción — esta­mos indi­vi­dual­mente y colec­ti­va­mente edu­ca­dos a odiar la vida, odiar el mun­do natu­ral, odiar la natu­ra­le­za, odiar a los ani­males sal­vajes, odiar a las mujeres, odiar a los niños, odiar a nues­tro cuer­po, odiar y temer a nues­tras emo­ciones, odiar­nos. Si no detestá­ra­mos el mun­do, no per­mi­tiría­mos que fue­ra des­trui­do a ple­na vis­ta. Si no nos detestá­ra­mos, no per­mi­tiría­mos que nues­tras casas — y nues­tros cuer­pos — fue­ran enve­ne­na­dos.

Quin­cea­va pre­mi­sa : El amor no impli­ca el paci­fis­mo.

Die­ci­sei­sa­va pre­mi­sa : El mun­do mate­rial es ele­men­tal. Eso no signi­fi­ca que el espí­ri­tu no exis­ta, ni que el mun­do mate­rial sea todo lo que haya. Signi­fi­ca que el espí­ri­tu se mez­cla con la carne. Signi­fi­ca tam­bién que las acciones en el mun­do real tie­nen conse­cuen­cias reales. Signi­fi­ca que no pode­mos contar con Jesús, ni con San­ta Claus, ni con la dio­sa madre, no con el cone­jo de pas­cua para salir­nos del atol­la­de­ro. Signi­fi­ca que este lio es real­mente un lio y no un movi­mien­to de pes­tañas de Dios. Signi­fi­ca que debe­mos enfren­tar este lio noso­tros mis­mos. Signi­fi­ca que mien­tras este­mos aquí en la Tier­ra — y que sin impor­tar que ater­ri­ce­mos o no en otra parte des­pués de la muerte, y que este­mos conde­na­dos o pri­vi­le­gia­dos de vivir aquí — la Tier­ra es lo que impor­ta. Ella es ele­men­tal. Ella es nues­tra casa. Ella es todo. Es ton­to pen­sar o actuar como si este mun­do no fue­ra real y ele­men­tal. Es estú­pi­do y paté­ti­co no vivir nues­tras vidas como si no fue­ran reales.

Die­ci­sie­tea­va pre­mi­sa : Es un error (o más pro­ba­ble­mente, una nega­ción) basar nues­tras deci­siones sobre si, sí o no, las acciones y volun­tades resul­tantes de eso van o no ate­mo­ri­zar a los guar­dianes y diri­gentes de las deci­siones sociales o la masa de los esta­dou­ni­denses.

Die­cio­choa­va pre­mi­sa : Nues­tra per­cep­ción actual del « yo » ‚del « ego », no es más sos­te­nible que nues­tro uso actual de la energía o de la tec­no­logía.

Die­ci­nue­vea­va pre­mi­sa : El pro­ble­ma de esta cultu­ra se fun­da prin­ci­pal­mente en la creen­cia según la cual,  contro­lar y abu­sar del mun­do real es jus­ti­fi­cable.

Vein­tea­va pre­mi­sa : En el seno de esta cultu­ra, la finan­za  — y no el bie­nes­tar de la comu­ni­dad, no la moral, no la éti­ca, no la jus­ti­cia, ni si quie­ra la vida mis­ma — dirige las deci­siones sociales.

Modi­fi­ca­ción de la vein­tea­va pre­mi­sa : Las deci­siones sociales son prin­ci­pal­mente deter­mi­na­das (y a menu­do exclu­si­va­mente) sobre la base de si, sí o no, esas deci­siones com­por­tan un aumen­to de las for­tu­nas mone­ta­rias de los que toman las deci­siones y de aquel­los a quienes sir­ven.

Re-modi­fi­ca­ción de la vein­tea­va pre­mi­sa : Las deci­siones sociales son prin­ci­pal­mente deter­mi­na­das (y a menu­do exclu­si­va­mente) sobre la base de si, sí o no, esas deci­siones argu­men­ta­ran el poder de los que toman las deci­siones y de aquel­los a quienes sir­ven.

Re-modi­fi­ca­ción de la vein­tea­va pre­mi­sa : Las deci­siones sociales están prin­ci­pal­mente fun­da­das (y a menu­do exclu­si­va­mente) en la creen­cia, casi nun­ca exa­mi­na­da, según la cual los que toman las deci­siones y aquel­los a quienes sir­ven, están auto­ri­za­dos a ampli­fi­car su poder y/o sus for­tu­nas mone­ta­rias en detri­men­to de los de aba­jo.

Re-modi­fi­ca­ción de la vein­tea­va pre­mi­sa : Si vamos al corazón del pro­ble­ma — si todavía que­da algo  — usted va a encon­trar que las deci­siones sociales están prin­ci­pal­mente deter­mi­na­das sobre la base de sus capa­ci­dades de ser­vir a los fines de control y de des­truc­ción de la natu­ra­le­za sal­vaje.