No descubrimos ninguna novedad diciendo que el poder económico ligado a la industria biotecnológica no se vió afectado por las elecciones del día 20 de noviembre, en efecto, ni gobierno ni oposición (pasadas y presentes) tienen ninguna intención de intervenir en el tema más allá de lo que les obliga su pertenencia a la Unión Europea y los tratados internacionales.
Si alguien se tomó la molestia de buscar en los programas electorales (si es que los pudo encontrar ya que están bastante escondidos) difícilmente habrá encontrado referencias al tema. Únicamente en algunos debates sectoriales ha salido el tema de los cultivos de organismos genéticamente modificados dentro del marco más general de política agraria.
El Partido Popular por voz del señor Cañete (el mismo de las vacas locas) está totalmente a favor de cultivar todas las variedades de OGM comercializados y a testar los nuevos, el PSOE mantiene la misma postura barnizando el entusiasmo con pragmatismo, CDC a favor como los otros dos, UPD ni se sabe (lo suyo es la unidad de España) y Izquierda Unida más ICV a favor de prohibir el cultivo para consumo humano, el resto de las formaciones que se presentan varían mucho, desde la oposición de Equo, al apoyo incondicional de algunas sectas liberales.
El caso de IU es especialmente sangrante, por motivos tácticos aquí, en el Estado Español, se opone a los transgénicos, también se solidarizan con luchas anti-OGM internacionales, se solidarizan con los sojeros argentinos o con la Confederación Paysanne en Francia, pero en su referente internacional Cuba (el único que le queda después de la deriva al cesarismo en Rusia y al estalinismo de mercado en China) los OGM se cultivan y se crían (OGM animales) sin problemas y, evidentemente, son consumidos por la población.
En el resto del sector biotecnológico, en el sanitario y en el industrial, están todos de acuerdo, no hay ninguna oposición, sólo algunas consideraciones respecto a la bioseguridad. Y es en estos sectores, especialmente el sanitario (biotecnología roja) donde habrá en los próximos años una mayor actividad.
Las diferencias entre formaciones políticas, sindicatos, grandes ONG son sólo de matiz difieren ligeramente en el grado de privatización de la inversión pública en investigación (riesgo público, beneficio privado), el tema de la relación empresa/sector público (centros de investigación, CSIC, Universidades) y el grado de subordinación del uno al otro (del público al privado claro), el tema de las patentes y para algunos (pocos) el acceso de la población más desfavorecida del planeta a los productos de las biotecnologías.
El gobierno del PP seguirá en este tema la misma vía que siguió el PSOE los 8 años anteriores, una entrega total de los ministerios relacionados (agricultura, ciencia e investigación, sanidad…) al lobbye biotecnocrático de las grandes empresas.
Sin ir más lejos Carmen Garmendia alta ejecutiva de la industria biotech y dirigente de su patronal, paso directamente de dirigir su corporación a dirigir el ministerio de ciencia y tecnología con el PSOE. La única limitación que tendrá el gobierno del PP es la que pueda imponer el sector clerical nacional catolicista en el campo de las tecnologías reproductivas y de las células madre embrionarias.
No hay una agenda oculta de los partidos, ideologías, maneras de ver el mundo… la única agenda es la del conglomerado corporativo/biotecnocrático, la agenda de los intereses de las corporaciones y de los estamentos científicos ligados a ellas. Sólo hay una cierta contención en el tema de los cultivos transgénicos, contención moderada en nuestro caso, de hecho vivimos en el estado más transgenizado de Europa.
La biotecnologia va más allá de los cultivos y será en estos otros campos, básicamente sanidad e industria, donde se va expandir en los próximos tiempos, pronto el maíz Bt será solo una pequeña parte del pastel y hay que estar preparado para esto o, al menos, ser conscientes de ello.
mayo 2012 – moai