La primera destrucción de máquinas, la quema del taller Ubach en Terrassa el año 1802.

Este fue, seguramente, el primer acto luddita de Cataluña y uno de los primeros de la península. Curiosamente, coetáneo de la insurrección en Inglaterra. No se dirigió contra la manufactura mecanizada, sino contra una carpintería emprendedora que había desarrollado máquinas textiles para el tundido, el cardado y el emborronado.

Los Ubach, los propietarios de la carpintería, eran una próspera familia de Terrassa que, además de la carpintería, tenían una fábrica de aguardien-te y también eran fabricantes de paños (tejidos de lana). La casa de los Ubach era lo suficientemente próspera como para ser una de las pocas que te-nían criada (sólo 24 en la ciudad pagaban impues-tos por este concepto).

Las máquinas de los Ubach fueron probadas sobretodo por ellos mismos y por el industrial Joan Babtista Galí, en total sólo 8 empresarios im-plantaron la nueva maquinaria, no todos de Te-rrassa, también algunos empresarios de Sabadell encargaron máquinas.

Según decía Joan Babtista Galí, con dos chicos y una caballería se hacía el trabajo de doce hom-bres, siendo el coste de una sexta parte. No se lle-gó a extender por su alto coste inicial y sobretodo por el sabotaje que sufrió. Las actividades de los Ubach y de los empresarios maquinistas no ge-neraron mucha simpatía entre los habitantes de Terrassa y, como se vio durante el proceso por el incendio, la hostilidad era general, llegando más allá de los trabajadores afectados. Se ha de tener en cuenta que la zona de Terrassa había salido de unos años muy malos en que muchos asalariados de las pañerías de lana fueron despedidos y redu-cidos a la miseria.

La madrugada del 30 de julio de 1802 se decla-ró un incendio en el taller donde se fabricaban las máquinas, incendio provocado que destruyó to-talmente las dependencias, puesto que había acu-mulada gran cantidad de madera, de pino, de no-gal y abedul. En el incendio se perdieron también dos máquinas en construcción y piezas diversas. Diversos testigos presenciales denunciaron al ex-trabajador de los Ubach, Baltasar Savall, como autor del incendio. Baltasar era un “antisistema” local, despedido, según decían sus patronos, los Ubach, por dirigirse poco respetuosamente a ellos, con expresiones como “carall, boto a Deu, mala ira de Deu “ y que “se fesen fotre”…(“carajo, boto a Dios, mala ira de Dios” y “que os jodan”), despedido por mal hablado.

La versión de Baltasar era un poco diferente, sin negar los reniegos, decía que había sido despe-dido por reclamar en su oficio y no como mozo.

La descripción del look de Baltasar Savall es casi actual, casi como los vándalos del uno de mayo… “el dicho Balthasar Savall acostumbra vestir con calzas negras, y una chupa rollada al cuello, des-calzo de piernas”, nos lo podemos imaginar hoy con un pantalón hasta la rodilla y capucha, solo nos falta saber que tipo de gorro llevaba.

Contra Baltasar declararon algunos depen-dientes de Ubach o familiares suyos, decían haberlo visto rondando los alrededores de la casa siniestrada, y que, misteriosos grupos de hombres se reunían para lanzar proclamas contra las má-quinas y amenazas contra sus dueños. Las horas anteriores, Baltasar había estado bebiendo un po-rroncillo de aguardiente con otros trabajadores de la pañería y agricultores pobres, los testimonios de los Ubach citan a varios de ellos como las per-sonas que se alegraban de la destrucción del taller.

A pesar de estos testimonios, la población de Terrassa se cerró ante las investigaciones del Al-calde, que finalmente quiso cerrar el caso hasta que “se tenga noticia de quien o quienes fueron los perpetradores”. La Audiencia de Cataluña vio muy mal el cierre del proceso “que ha hecho muy mal en suspenderla, y así que la continúe y man-tenga abierta, practicando cuantas diligencias mire por convenientes para descubrir los autores y cómplices del delito”, así que el alcalde se vio obligado a reemprender las averiguaciones, pero el tema no avanzó mucho. A la Audiencia, que se perpetraran ataques contra la sacrosanta propie-dad, especialmente si era contra la propiedad de emprendedores industriales, le parecía un delito imperdonable.

Finalmente Baltasar fue absuelto por falta de pruebas, se supone que la antipatía contra los maquinistas tuvo algo que ver, ya que la historia está llena de malhablados condenados sin pruebas. Nadie puede privarle sin embargo, del hecho de ser el primer luddita catalán y émulo por tanto del Ned Ludd inglés.

Jaime Ubach quedó fuertemente deprimido por la destrucción y las pérdidas y se vio obliga-do a detener la construcción de nuevas máquinas. Poco después, la Guerra del Francés acabó de de-tener no ya la maquinización, sino la industria misma. Pero, acabada la guerra, Joan Babtista Galí (alias “el Soris”), el principal empresario colabo-rador, mantuvo su pro-maquinismo innovador mediante la importación, el contrabando de má-quinas y piezas y las “visitas” a instalaciones en el extranjero (espionaje industrial), su intervención fue decisiva en la importación de diablos, me-cheras y las primeras Jennys para hilar lana entre 1815 y 1820. De hecho los Galí fueron una de las familias dominantes en la historia de Terrassa con muchos políticos y empresarios en sus filas. Los Galí eran propietarios de buena parte de los terre-nos de lo que ahora es el casco urbano de Terras-sa, con ellos reforzaron su fortuna a lo largo de la expansión de la ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX.

La industria lanera necesitaba mucha agua para su funcionamiento, por esto Joan Babtis-ta Galí compró a su primo, Ignasi Galí la llama-da Mina Galí para proveerse de agua, esta mina (construida en 1771) fue el germen de la empresa “Sociedad de la Mina Publica de Aguas de la Villa de Terrassa” que a pesar de tener en su nombre la palabra pública es de titularidad privada. Mina Pública d’aigües de Terrassa es una gran empresa de suministro de agua, y tiene la provechosa con-cesión municipal del proveimiento de agua de Te-rrassa desde la posguerra, a lo largo de estos años ha conseguido también las de Matadepera, Ullas-trell, Várices y Rellinars.

Como podemos ver del Sr. Galí se guarda un re-cuerdo, bueno o malo, depende. Y tiene una calle dedicada en Terrassa y otra a su familia materna, la calle Suri… Del pobre Baltasar no se acuerda nadie, a pesar de su vigorosa defensa de la autono-mía del oficio de pañero, al luddismo se le podría llamar también balthasarismo o savallismo, pero estamos sometidos a la primacía inglesa.

Las condiciones de trabajo fabril, la disciplina capitalista, los relojes y los calendarios adoptan formas nuevas y se extienden más cada día. Quizás ahora que estamos inmersos en un ambiente “smart” (lleno de relojes precisos hasta el milise-gundo) sería necesario hacer lo que hizo Baltasar y destruir aquello que nos destruye.

 

Extraído de la revista Libres y Salvajes 3