Dolor y rabia que quedará eternizado, cuyo grito popular se recuerda cada vez que la canción de título “Flor de Retama” suena en algún lugar. Sobre esta canción hay un par de versiones (quizás otras más). Hay una disputa por los autores, y hay hasta un descontento de uno de los autores hacia la cantante Martina Portocarrero (luchadora de izquierda de tinte conservadora, que falleció hace unos días) por razones que ese autor explicó en su momento y quizás en unno de los artículos que compartiremos se mencione.
Lo que sucedió en Huanta, fué producto del terror de Estado (sus milicias, sus policías de oficio y de la secreta instruídxs por la USA) bajo el pretexto de acabar con el comunismo pero terminaron arrasando con todo y sobre todo con disidentes políticxs y sexuales. Fueron lo mismo que la parte armada del “comunismo”, fué. Tuvieron ambos tintes conservador y patriótico. Haciendo un análisis crítico se llega unx a enterar que el comunismo (el verdadero le vamos a llamar para distinguirlo ante tanta manipulación de la verdad y conceptos) no es ni patriótico ni ansía el Poder. Es casi parecido al anarquismo, sólo con la diferencia que el comunismo prioriza el bien común, y el anarquismo además de ser colectivista respeta también la indivualidad. Es cosa diferente que partidos políticos y grupos armados autonombrados revolucionarios hallan enarbolado la figura del comunismo (tal como hicieron grandes dictadorxs, no tan distintxs a lxs de derecha y de centro) para tener muchxs seguidorxs quizás también cegadxs por la figura del Che Guevara de Fidel Castro etc. Además lo que el Estado y el sector privado antojadizamente catalogan como comunista, es a toda persona que cuestione o ataque su orden establecido o sus infraestructuras. Aunque puedan ser cosas que también han hecho algunas guerrillas vinculadas a la izquierda (no comunistas en la práctica), la diferencia son las intenciones por las que se recurren a esas tácticas. Las intenciones desde las diversas disidencias (anarkistas en sus variadas tendencias, disidencias sexuales, komunistas verdaderxs…) en contra del Estado (no sólo de un gobierno) no son las de tomar el Poder como sí son las intenciones de esos grupos de izquierda que se proclamaron revolucionarios. Es algo similar a lo que fué El Plan Cóndor. Y usualmente cuando dicen que la guerra al comunismo es la guerra contra la pobreza, en realidad quieren decir que es la guerra contra lxs pobres.
Esa masacre fué también producto del auge de la izquierda que aprovechó cada revuelta popular para infiltrarse y querer liderarla bajo la estrategia de poner personas como carne de cañón. Es conocida esa consigna de izquierda que tiene que haber muertes para que salgan todxs a manifestarse.
Y no digo que se deba evitar el enfrentamiento con las fuerzas armadas, sino digo que si la población supiera que eso conlleva ser disparada legalmente, tomaría sus propias formas de cuidado y autodefensa y no andarían confiadxs en que las fuerzas del orden no les van a disparar, o detener para luego desaparecerles (asesinarles). Esa misma práctica sigue hasta ahora, los casos más recientes son las 3 personas asesinadas el 14 de noviembre del 2020 en Lima además de lxs heridxs por balas y perdigones hasta con secuelas irreversibles, y lxs que fueron asesinadxs meses después en los bloqueos de carretera contra la explotación de las agroexportadoras, y lxs que fueron asesinadxs en estas protestas de este año en regiones fuera de la capital Lima por las protestas contra el alza del combustible e insumos para la agroindustria. Si hubieran sabido que la policía y la milicia les puede disparar legalmente, quizás esas cifras fueran menores o no existieran o hubieran sido del otro lado.
Recordando algo de lo que dijo Luisa Toledo de Chile, debemos ser tan violentxs como lxs que nos oprimen.
Ya teniendo claro eso, podemos narrar en algo, lo que fué esa masacre (casi parecida a lo que ocurrió en el Puente Malpaso en La Oroya para aplastar la protesta de trabajadorxs minerxs) que encontró su punto de ebullición cuando se decretó cobrar la pensión escolar a quienes jalaban un curso a 100 intis ya que era gratuito en ese tiempo. Además de una seguidilla de decretos que perjudicaban también a lxs estudiantes de universidades públicas. Era una manera de incrementar el hostigamiento a la educación pública gratuita. No sólo se hicieron protestas en Huanta, sino en otras regiones y hasta en la capital Lima. Pero fué Huanta la que pagó los platos rotos.
A continuación compartiremos algunos artículos, como forma de dar a conocer esta lucha y masacre desde las voces de esos territorios, o de quienes hicieron sus investigaciones en esos lugares.
Huanta, cuna de la lucha por la gratuidad de la enseñanza
El pasado 21 y 22 de junio se celebró los 43 años de aquella memorable gesta heróica en la que se inmolaron estudiantes y campesinos huantinos por la “Gratuidad de la enseñanza”. En la ciudad de Ayacucho, los días previos se había generado también la revuelta por parte de la población, pero fue en la ciudad de Huanta que la lucha por la gratuidad de la enseñanza, concentró a los estudiantes y campesinos, que junto a la población marcharon por las calles reivindicando la gratuidad con justas razones, ante el gobierno militar que se había instaurado en 1969.
://armoniahuanta.blogspot.com/2010/06/41-anos-de-la-gesta-heroica-por-la.html
http://www.diariolavozdehuamanga.com/noticias/index.php?option=com_content&view=article&id=3147:hace-43-anos-gracias-a-las-gestas-ayacuchana-y-huantina-del-21-y-22-de-junio-se-logro-que-la-educacion-publica-siga-siendo-gratuita-en-el-peru&catid=20:local&Itemid=67
Como homenaje y en memoria de aquel 21 de junio de 1969, donde estudiantes y campesinos pusieron el pecho al frente de las balas de los militares por la lucha reivindicatoria de la gratuidad de la enseñanza, recordamos años más tarde -aún cuando eramos muy “chicos”- las marchas y romerías que realizabamos -aún siendo reprimidos por las fuerzas policiales-, y al son de arengas y estribillos como: “los libros cuestan caro y las botas se regalan“, también el gran maestro Ricardo Dolorier escribió este himno-canción “La Flor de la Retama” en homenaje a estos mártires huantinos que lucharon por la gratuidad de la enseñanza … “por cinco esquinas están , los sinchis entrando están, van a matar estudiantes, huantinos de corazón, amarillito amarillanto flor de retama…”, por ello esta canción se ha convertido en una reivindicación social huantina.
Asimismo acaba de presentarse en el Congreso de la República un Proyecto de Ley (01279/2011-CR), en la que se propone declarar a la ciudad de Huanta “Cuna de la Lucha por la Gratuidad de la Enseñanza” (ver aquí el proyecto de Ley).
://armoniahuanta.blogspot.com/2009/11/flor-de-retama-cumple-40-anos-en-el.html
://armoniahuanta.blogspot.com/2008/09/la-flor-de-la-retama-un-himno-hecho.html
://armoniahuanta.blogspot.com/2009/12/la-flor-de-la-retama-reinvindicacion.html
://www2.congreso.gob.pe/Sicr/TraDocEstProc/CLProLey2011.nsf
://radioperiodico2000.blogspot.com/2012/06/huanta-seria-considerada-cuna-de-la.html
A propósito de esta fecha muy significativa para todos los huantinos y peruanos en general, queremos compartir el siguiente texto que hemos tomado del libro “Huanta, mi bella Esmeralda”, cuya autoría corresponde al profesor huantino Erwin Quispe Calderón.
La lucha de un pueblo por la gratuidad de la enseñanza pública
1969 fue un año importante para la marcha del país. En varias ciudades, el pueblo se lanzó a protestar reclamando sus derechos, pero en Huanta y Ayacucho se produjo la oleada popular con más fuerza.
La dictadura de Velasco dio en febrero la Ley Universitaria Nº 17437, de carácter impopular, borrando los derechos fundamentales de pensamiento y expresión en las universidades, así como el establecimiento de un sistema de pagos que impedía el acceso de los pobres. Al mismo tiempo, el gobierno emitió el Decreto Ley Nº 006, dirigido a recortar la gratuidad de la enseñanza secundaria. Asì por ejemplo, esta ley fijaba el pago de 100 soles mensuales para los alumnos que resultaran desaprobados en un curso.
Frente a las leyes mencionadas, las organizaciones populares se movilizaron realizando gestiones legales, sin ningún resultado. Más bien, el gobierno mandó reprimir sin miramientos. El magisterio nacional también levantó su voz de protesta, desenmascarando el carácter demagógico y antipopular del “gobierno revolucionario”. De inmediato, en Puno fueron subrogados más de 800 profesores de Primaria y 30 de Secundaria. En Huanta, Ayacucho y Arequipa aumentó el número de maestros subrogados. A pesar de todo, continuaron las protestas.
En seguida, haremos una revisión cronológica de los acontecimientos, basados en los diarios de la época, en los testimonios de muchas personas y en el análisis hecho por la revista “Redacción”, de la ciudad capital.
* Junio. Las gestiones de los organismos populares no tienen resultados favorables. Crece el enfrentamiento entre autoridades educacionales y estudiantes. El magisterio obliga a los directores a cobrar pensiones de enseñanza a como dé lugar. El domingo 1º se constituye el Frente Único de Estudiantes de Huanta (FUEH).
Sábado 21: en la madrugada, se produce una gran redada de dirigentes populares en Huanta y Ayacucho, así como de profesores universitarios y estudiantes. Los detenidos son trasladados a Lima. A las 7 de la mañana, el pueblo de Ayacucho sale a las calles para protestar por la violencia policial y la no atención de sus reclamos. Esa misma mañana, llega un avión con “sinchis”. La muchedumbre marcha de San Juan Bautista hacia Magdalena; la policía intenta disolver el gentío, produciéndose un duro combate en las calles hasta las 10 de la noche. Una ambulancia del Ministerio de Salud con “sinchis” camuflados se abre paso entre los manifestantes, a quienes atacan por la retaguardia ocasionando varios muertos y heridos. Oficialmente, “sólo” hay 4 muertos: Eulogio Yaranga, universitario; Silvestre Anaya, albañil; Félix Ramos y Américo Oré, escolares. Muchos heridos fueron conducidos a Lima en calidad de presos. Un libro salva la vida de un estudiante mariscalino que recibió un disparo en el pecho. El pueblo asegura que hay buen número de desaparecidos. Esa noche se decreta el “toque de queda” (prohibido salir a la calle).
En Huanta, los campesinos reclaman al Subprefecto Cabrera la libertad de sus dirigentes detenidos, Al enterarse de que los presos habían sido trasladados a Lima, toman de rehén a la autoridad política en la puerta del antiguo Correo y se lo llevan cogido de su corbata roja por los jirones Sáenz Peña y Arica hasta Callqui, al pie del cerro Calvario. A los dos días, el Subprefecto logra huir a Huamanga ayudado por un traidor. Al saberse de lo que ocurría en Huamanga, se convoca para un nuevo mitin al día siguiente. Piquetes de estudiantes dañan los puentes de Ayahuarcuna y Tablachaca para impedir que lleguen los refuerzos policiales. Se supo que los choferes de servicio público se negaron en Huamanga a trasladar esos refuerzos a Huanta.
Domingo 22: los pocos dirigentes que quedan del FDP decretan desde la clandestinidad un paro general de 72 horas. Las autoridades declaran dìa de duelo por los caìdos (¡!).
En Huanta, muy de mañana, se concentran grandes masas de campesinos. Desde Pucaraccay y Callqui bajan por los jirones Arica y Rasuhuillca golpeando las puertas y gritando “¡Wañuchun llaqta allqukuna!” (Qué mueran los perros de la ciudad). (¿La movilización era contra la gente de la ciudad?). Otro contingente ingresa por Huantachaca portando un asta enorme con el pabellón nacional.
A las 10 de la mañana, la masa reunida en la Alameda inicia su marcha hacia el centro de la ciudad. Los dirigentes recomiendan evitar la violencia. A la cabeza están los campesinos, armados únicamente de su valor y de la bandera bicolor; luego siguen las mujeres y los estudiantes. La muchedumbre avanza por el Jr. Gervasio Santillana. A la altura del Correo, la policía dispara a quemarropa. La masa humana retrocede, pero se recompone inmediatamente. Una campesina se adelanta con los brazos extendidos gritando: “¡Hukllam kawsay, hukllam wañuy!” “¡Maypim doctorniyku!” (¡Vencer o morir! ¡Donde está nuestro abogado (Cavalcanti)! Una ráfaga de metralleta la derriba; la policía se apodera del cuerpo.
Son ya las 11 a.m. Los manifestantes deciden armarse con lo que encuentren. En los establecimientos próximos se apoderan de machetes, cuchillos, botellas y gasolina para fabricar bombas “molotov”, incendiarias (en honor al inventor ruso de ese apellido). A los pocos minutos, el puesto policial del Jr. Santillana arde por todos sus costados. La policía tuvo que salir con dirección a la Plaza de Armas. Otro grupo de manifestantes incendia la PIP, ubicada en la Calle Comercio (Jr. Ayacucho). Los manifestantes atacan varios establecimientos, pero respetan la Casa Hiraoka. Los guardias se ubican en los portales y disparan sin cesar.
A las 2 de la tarde, los policías se parapetan en los malecones de la plaza, en las torres de la Iglesia Matriz y en casas particulares. Pese a la lluvia de balas, algunos estudiantes logran ingresar al parque y hacen ademán de disparar con fusiles de madera que se utilizaban en los desfiles. Un balazo ciega la vida del estudiante vigiliano Mario Muñoz Sicha y de Eufemio Zapata. Momentos antes, la estudiante Irene Saavedra había sido fulminada por un tiro. Caen más muertos y heridos. La multitud exasperada provoca los disparos de la policía en la creencia de que así, se les agotarán las municiones. Entre el humo de la pólvora y gritando a todo pulmón sus consignas, ingresan en la plaza. A eso de las 4, los policías se repliegan hacia Cinco Esquinas.
Mientras tanto, llega de Ayacucho un numeroso contingente de “sinchis”. El Ministerio del Interior ordena a la policía disparar a discreción. Desde Tablachaca se alinean en abanico y avanzan disparando a todo lo que se mueva. “Por Cinco Esquinas están, los “sinchis” entrando están; van a matar estudiantes, huantinos de corazón…” Esos refuerzos limpian las calles a sangre y fuego; apostados en las esquinas y con una rodilla en el suelo, disparan sus armas como haciendo “tiro al blanco”. Un niño de la Escuela Parroquial cae herido y es rematado a puntapiés. Su cuerpo desapareció.
Los manifestantes volvieron a reunirse en el Parque Hospital. Continuaba la lluvia de balas. Caían más muertos y heridos. Muchos jóvenes cargaban a los caídos al nosocomio próximo, pero gritaban que había más muertos que estaban siendo recogidos por los policías en el volquete recolector de basura. El sol ardiente de ese día, cansado de ver tanta matanza, se preparaba a reposar en las faldas del Omaconga (alturas de Marcas). A las 6 de la tarde, los parlantes de la Municipalidad anunciaron a los cuatro vientos que la situación estaba controlada y que se decretaba el “toque de queda” hasta la mañana siguiente. El Palacio Municipal fue convertido en cuartel de los “sinchis”. Oficialmente, los muertos de esa jornada histórica fueron “solamente” 13 y 273 heridos de bala. El hospital no se dio abasto para atenderlos. Esa noche, la ciudad y sus alrededores durmieron en medio de una tensa calma.
Lunes 23 y martes 24: Huanta y Ayacucho permanecen bajo estricto control policial por varias semanas. Un helicóptero aterriza varias veces en el morro de Tupín para evacuar a los heridos de gravedad hacia Huamanga. Un grupo de heridos fuga del hospital por temor a las represalias. Unos 200 efectivos de la policía se acantonan en nuestra Municipalidad. Los entierros de las víctimas se suceden uno tras otro; el pueblo acompaña dolorido, pero se ve impedido de manifestarse porque tiene tras sí a los “sinchis”. En el Cementerio General de la “Esmeralda” fueron enterrados en nichos contiguos los “Mártires de la Gratuidad de la Enseñanza”, cuyos nombres son: Mario Muñoz Sicha, Irene Saavedra, Eufemio Zapata, Macedonio Zambrano, Florentina Lozano, Juan Condori, Ramoncita Huarcaya, Pablo Gonzales, Adriano Ruis, Juana Vilcatoma, Agustín Garagundo y Pablo Cabrera, Huantinos de corazón que dieron sus vidas por nosotros.
El gobierno militar se vio obligado a derogar el D.L. 006 y se apresuró en decretar la Ley de “Reforma Agraria”, en un supuesto homenaje al “Día del Campesino”.
Fuente:
://armoniahuanta.blogspot.com/2012/06/huanta-cuna-de-la-lucha-por-la.html
La historia de “Flor de retama”
Una anciana rebelde alzó un garrote como su arma de combate en medio de la manifestación de protesta y se lanzó contra una barricada de policías gritando: “Una sola vez se vive; una sola vez se muere”.
Tal vez fueron sus últimas palabras porque después, según algunos testigos de este hecho, la anciana campesina cayó al piso perforada por innumerables balas policiales.
Aquella muerte encrespó aún más la manifestación ayacuchana, juvenil y ciudadana, aquel domingo de 1969 en Huanta contra los intentos privatizadores de la educación del gobierno del general Juan Velasco Alvarado: los que desaprobaban un curso perdían la beca de la gratuidad y tenían que pagar 100 soles mensuales durante todo el año.
EN HUAMANGA
Antes de esta manifestación huantina y dominical, el viernes, en Huamanga (capital ayacuchana), los Sinchis, un grupo de policías entrenados para reprimir protestas, había hecho de las suyas contra los manifestantes. El gobierno reconoció de manera oficial cuatro muertos, pero el Frente de Defensa calculaba por los menos 11.
Ayacucho fue el segundo foco de la lucha contra la privatización educativa. La primera reacción contra la medida nada revolucionaria de Velasco fue en el colegio Carlos Wiesse de Comas.
EN LA PLAZA DE HUANTA
Aquel domingo de junio de 1969 en Huanta, los alumnos del colegio González Vigil, apoyados por padres de familia y campesinos, habían decidido frenar con lucha en las calles la pretensión del gobierno del general.
Habían convocado una concentración masiva en la Plaza de Armas. En Huanta, cuando hay manifestaciones de protestas, las comunidades se concentran para llegar a la plaza y unirse a los otros manifestantes; pero los campesinos indignados se negaron a cambiar de ruta acostumbrada.
Entonces empezó el enfrentamiento. Los manifestantes, de las tres concentraciones, que ya habían llegado a la plaza acudieron a ayudar a sus compañeros luego que se apagara la voz de la anciana del garrote “una sola se vive; una sola vez se muere”. Fue tanta la agresividad que los policías tuvieron que refugiarse en la comisaría, desde donde, continuaban disparando al cuerpo de los manifestantes.
Fue en ese momento que los sinchis, un grupo de policías entrenados para reprimir protestas, esos que habían atentado contra la vida de estudiantes de Huamanga, llegaron a la plaza por la llamada Cinco esquinas, disparando indiscriminadamente.
Fue una gran matanza. El gobierno de Velasco reconoció 24 muertos entre campesinos, padres de familia y estudiantes. No contabilizaron los que habían recogido clandestinamente en camiones, tampoco los cuerpos de los muertos y los heridos que los campesinos se llevaron para sepultarlos en su zona.
El martes Velasco se vio obligado a derogar esa norma que ordenaba que debían pagar los estudiantes de los colegios, de los institutos y las universidades que desaprobaran sus cursos, porque el descontento se había generalizado.
LOS ESCUCHÓ PRIMERO OSWALDO REYNOSO
“Gracias a los mártires de Huamanga y Huanta ningún gobierno democrático o militar se atrevió a privar de la gratuidad de la enseñanza. Los estudiantes están en deuda con ellos”, reflexiona Ricardo Dolorier.
En aquel tiempo Dolorier era un reconocido profesor de lengua y literatura graduado en la Universidad La Cantuta. La masacre de los estudiantes lo conmovió, lo indignó mucho, y todavía más, cuando se enteró que en la lista los abultaban dos alumnos suyos: un hombre y una mujer.
Fue en este contexto que el huantino Dolorier escribió la canción que el año que viene cumplirá 50 años. Lo escribió cuando era profesor en su alma mater, antes había sido profesor del único colegio de secundaria de Huanta, González Vigil. Era de los profesores que no cobraba un sol a los estudiantes del turno noche.
Surgió luego de un proceso largo: julio, agosto, setiembre, octubre, noviembre. La primera semana de diciembre ya estaba la canción. Nunca había compuesto una canción, salvo el himno del colegio González Vigil.
El punto final a la canción la puso a las cuatro de la mañana y fue corriendo a contarle la noticia a su amigo el escritor Oswaldo Reynoso. Le tocó la ventana a esa hora y fue el primero que la escuchó la canción completa.
“Desperté a Oswaldo y le canté, aunque canto muy mal. Se emocionó y fuimos a buscar a Álvaro Villavicencio y otros profesores y esa mañana, desde muy temprano, comenzamos a festejar. Me hicieron cantar una y otra vez conforme iban llegando los profesores”, recuerda.
Después en vacaciones fue a Huanta. Seguía en estado de emergencia. Visitó el bar “Donde mueren los valientes” de un lisiado que tenía su camastro como tranquera de la puerta principal y su mercadería debajo de su catre.
En ese bar de La Alameda de Huanta enseñó la canción a los bohemios cantores que hicieron famosa. El “Trío Huanta” grabó por primera vez la canción en disco de vinilo 45.
“Porque se grabó en un de 45, una de las estrofas de la fuga fue omitida por falta de espacio. Martina Portocarrero escucha esa versión cambia el orden de las estrofas. Ella comienza con: ‘Vengan a ver, vengan todos a ver…’. La canción versión original comienza con ‘Donde la sangre del pueblo ¡ay! se derrama… y luego: venga a ver, vengan todos a ver. Al revés. Ella fue la que difundió exitosamente por todo el país”, dice.
-Un tiempo los senderistas maltrataron la canción… —No, fueron los del MRTA. Ellos lanzaron su proclama de iniciación de sus acciones con Flor de Retama como música de fondo. Sendero tenía sus propias canciones.
Huérfano de padre a los 7 años, vivió parte de su niñez en Huánuco con su madre, la profesora Sofía. En aquel tiempo murió su hermano mayor Ángel por una epidemia de tifoidea y su madre quedó devastada.
Ella cantaba huaynos y yaravíes como para matar las penas y el niño Ricardo se nutría de esas canciones.
“Aprendía y la acompañaba”, dice en esta noche de recuerdos. Le entraba a todo: compraba cancioneros para cantar rancheras, le gustaba entonar boleros, los tangos le fascinaban. “Me gustaba cantar, pero jamás imaginé que iba a componer esa canción. Después hice varias más, pero ninguna tiene la resonancia de Flor de Retama. Le hice una canción al cuartel Los Cabitos, a Putis; pero no tienen la fama de Flor de Retama”, dice.
Después trasladaron a su madre para que enseñara en escuelas rurales de Huanta y en ese lugar el niño Ricardo encontró sus raíces. Fue creciendo en medio de los suyos y su madre fue a acompañar a su padre cuando Ricardo tenía 17 años.
Se apoyó en familiares: en su tío Félix, un profesor prestigioso; y en el recuerdo de su abuelo Ricardo Urbano, quien fue un intelectual reconocido. Una calle, la biblioteca municipal y un pabellón del hospital de Huanta llevan su nombre. Tíos y tías nutridas de cultura fueron su apoyo en la Huanta de su corazón.
El círculo de su aprendizaje musical se cerró en La Cantuta. Cuando tenía menos de 23 años de edad le enseñaron a escuchar música clásica. “Teníamos un curso de música, en todo el pabellón sonaban los maestros de la música que elevaban las vivencias populares a cumbres cultas y yo decía que la música de nuestro pueblo debía elevarse a las categorías cultas.
Al pueblo hay que darle lo mejor, hay que darle belleza. Juan Gonzalo Rose dijo alguna vez: no sé si mi poesía la leerán, pero mis composiciones sí las cantan: entonces hago canciones poéticas. Tengo como 20 canciones expresando los sueños, la alegría y la rebeldía de nuestro pueblo”, confiesa.
Fuente:
://elperfil.pe/cultura/la-historia-de-flor-de-retama/
Fallece Martina Portocarrero, intérprete que popularizó “Flor de Retama”
://andina.pe/agencia/na.com.pe/agencia/noticia-fallece-martina-portocarrero-interprete-popularizo-flor-retama-890123.aspx
Y así fué como la historia oficial se encargaría de limpiar la imagen de esos asesinos
Conoce la historia de ‘Los Sinchis’, héroes de Yungay en el terremoto de 1970 en Áncash
://peru21.pe/peru/terremoto-en-lima-conoce-la-historia-de-los-sinchis-heroes-de-yungay-en-el-terremoto-de-1970-en-ancash-noticia/
Sinchis
://es.wikipedia.org/wiki/Sinchis