Hasta hace poco en nuestro país, y supongo que en todos los demás, antes de que la acumulación de datos fuese estúpidamente aceptada de una manera general, toda insurrección contra el sistema (iglesia, propietarios, autoridades municipales y estatales) comenzaba siempre con la quema de los archivos y los registros, era la gran fiesta solsticial de los oprimidos… Y si con los registros, ardían también los santos y las vírgenes (muñecos que condenaban el sexo, la desobediencia, el salirse de la norma…), ardía mejor y la fiesta era doble. Estaba muy claro, si ibas contra la iglesia, la propiedad y el estado, lo primero que se tenía que hacer (después de neutralizar a la Guardia civil y otros instrumentos represivos) era quemar el registro de la propiedad, el notarial, el registro civil y el parroquial y por supuesto los archivos judiciales y ya puestos, todo tipo de archivos de los poderosos, que por algún motivo registraban las cosas (aun hoy, los historiadores de la academia lloran la perdida, seguro que también algunos capitalistas y algunos polis).
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